miércoles, 13 de julio de 2011

¿Qué áspectos debo tener en cuenta para realizar un análisis literario?

Narrar es contar. La narración es un tipo de texto en el que se cuentan hechos reales o imaginarios. Al abordar el análisis de los textos narrativos es necesario estudiar la historia y las acciones que la componen (argumento), los personajes que las llevan a cabo, el tiempo y el espacio donde se desarrollan, cómo se ordenan todos estos elementos (estructura) y desde qué punto de vista se cuentan.


LA HISTORIA


La mayor parte de los relatos presenta una acción principal y varias secundarias. Estas acciones se combinan entre sí, alternando su aparición y entrecruzando sus desarrollos para conformar el ritmo de la narración.


Un relato presenta distinto ritmo narrativo según el procedimiento de encadenamiento de secuencias que se emplee:


CONDENSACIÓN: Los acontecimientos se cuentan de una manera condensada. Muchas veces se recurre a la elipsis narrativa. La condensación es un recurso imprescindible en aquellas historias cuya acción presenta una dilatada duración temporal.
EXPANSIÓN: El relato se demora e incluso se detiene para incluir elementos complementarios a la acción, tales como descripciones. Es un procedimiento característico de la novela psicológica, donde la acción se ralentiza para prestar atención a los rasgos de personalidad o a las actitudes de los distintos personajes.





ORDEN DE LOS ACONTECIMIENTOS





La primera finalidad del narrador es dar a conocer la historia de un modo comprensible para el lector. Por ello, muchos relatos se organizan con sencillez siguiendo un orden; pero en no pocas narraciones esa ordenación sufre modificaciones.


El autor puede acelerar o ralentizar la acción a su conveniencia, detenerla para dejar que hablen los personajes, anticipar o posponer hechos, ocultar datos y reservarlos para el momento oportuno, ofrecer pistas falsas, centrar la atención en determinados aspectos con menosprecio de otros, etc.


Del tratamiento de la acción se deriva la tensión narrativa. Esta puede suscitar en el lector diversos estados emocionales (expectativa, incertidumbre, intriga, serenidad…)


En una narración se distingue la ESTRUCTURA EXTERNA y la ESTRUCTURA INTERNA :


La primera organiza el contenido de la historia en capítulos, partes, tratados, secuencias…; la segunda, depende del orden de los acontecimientos.


Teniendo en cuenta el orden de los acontecimientos de la narración, pueden darse diferentes estructuras narrativas:


LINEAL O CRONOLÓGICA: El orden del discurso sigue el orden de la historia.
IN MEDIAS RES (expresión latina “en medio del asunto”): El relato empieza en medio de la narración, sin previa aclaración de la historia. Se trata de un comienzo abrupto empleado para captar la atención del lector.
RUPTURA TEMPORAL:
Flash-back (retrospección o analepsis): El narrador traslada la acción al pasado.
Flashforward (anticipación o prolepsis): El narrador anticipa acciones, se adelanta en el tiempo.
Contrapunto: Varias historias se entrecruzan a lo largo de la narración.
Circular: El texto se inicia y se acaba del mismo modo.





NARRADOR Y PUNTO DE VISTA





El narrador es un elemento más, como lo son la historia o los personajes. Ha sido creado por el autor para que lleve a cabo la misión de contar la historia. La caracterización del narrador dependerá de la información de que disponga para contar la historia y del punto de vista que adopte.


Se puede narrar una historia

DESDE LA 3ª PERSONA
Narrador omnisciente ( que todo lo sabe): Aquel cuyo conocimiento de los hechos es total y absoluto. Sabe lo que piensan y sienten los personajes: sus sentimientos, sensaciones, intenciones, planes… La omnisciencia admite distintos grados de implicación, a veces, incluye intervenciones y comentarios del narrador o apela al lector.
Narrador observador: Sólo cuenta lo que puede observar. De modo parecido a como lo hace una cámara de cine, el narrador muestra lo que ve.
DESDE LA 1 ª PERSONA
Narrador protagonista: El narrador es también el protagonista (autobiografía real o ficticia).
Narrador personaje secundario: El narrador es un testigo que ha asistido al desarrollo de los hechos. A veces,los testigos son varios (multiperspectivismo, punto de vista caleidoscópico).
DESDE LA 2 ª PERSONA
Supone un desdoblamiento del yo. El narrador crea el efecto de estar contándose la historia a sí mismo o a un yo desdoblado.




LOS PERSONAJES





Los personajes son el elemento fundamental de la narración, el hilo conductor de los hechos. Estos se organizan, según su grado de participación en la historia, en personajes principales, secundarios y comparsas.

El protagonista es el centro de la narración. Puede ser un individuo, varios o una colectividad. Es un personaje redondo, es decir, evoluciona a lo largo de la novela. A veces,se le opone un antagonista.
El secundario es un personaje plano que no evoluciona. La mayoría de las veces responde a un arquetipo.
Los comparsas (o extras) son meros elementos presenciales.

Existen dos maneras de caracterizar a los personajes:

La caracterización directa permite conocer a los personajes a partir de los datos que proporciona el narrador u otro personaje del relato.
La caracterización indirecta permite deducir cómo son a través de sus pensamientos, comentarios, acciones, reacciones, gestos, etc.

En un relato, las voces de los personajes se dejan oír a través de los modelos de cita conocidos como estilo directo, estilo indirecto y estilo indirecto libre.

ESTILO DIRECTO: Sirve para reproducir textualmente las palabras de un personaje (Juan pensó: “aquí no aguanto yo dos días”).
Se construye mediante la yuxtaposición de dos segmentos: el marco de la cita, que se vale de los verba dicendi( Juan pensó) y la cita propiamente dicha (“aquí no aguanto yo dos días”).
ESTILO INDIRECTO: En este caso se acomodan las palabras de alguien a una nueva situación comunicativa (Juan pensó que allí no aguantaba él dos días ).
La cita se introduce por una conjunción (“que”, “si”, “cuándo”…) y sufren cambios las formas pronominales, los deícticos de tiempo y espacio y el tiempo verbal.
ESTILO INDIRECTO LIBRE: El narrador en tercera persona, recoge las palabras o pensamientos de los personajes como si fuera en estilo directo; pero, en este caso, las palabras se insertan sin el verbum dicendi, sin los nexos y sin las marcas tipográficas (La situación era caótica. Allí no aguantaba él dos días.”)
EL MONÓLOGO: Es una variante en la que un personaje habla consigo mismo. Esta forma deja entrever el interior del personaje, sus sentimientos, sus emociones… Aunque lo normal es el uso de la primera persona, también se utiliza la segunda cuando se desdobla y habla consigo misma.

EL TIEMPO


Cuando se analiza el tiempo de la narración conviene tener en cuenta esta distinción:

EL TIEMPO EXTERNO O HISTÓRICO: Es la época o momento en que se sitúa la narración. Puede ser explícito o deducirse del ambiente, personajes, costumbres, etc.
EL TIEMPO INTERNO: Es el tiempo que duran los acontecimientos narrados en la historia. Puede ser toda una vida o varios días. El autor selecciona los momentos que juzga interesantes y omite (elipsis =saltos temporales) aquellos que considera innecesarios.

EL ESPACIO


El espacio es el marco físico donde se ubican los personajes y los ambientes geográficos y sociales en los que se desarrollan las acciones.
Así habrá que distinguir entre espacios exteriores o abiertos e interiores o cerrados.
Con frecuencia, el espacio no es un simple decorado sino que llega a determinar el comportamiento de los personajes, a reflejar el estado anímico de éstos e incluso a constituirse en eje central del relato.




EL RECEPTOR


La consideración del receptor en el proceso comunicativo es importante, pues conviene distinguir dos tipos de receptores:

EL DESTINATARIO: El lector a quien el autor destina su obra. Se trata de un receptor externo al texto que determina el proceso de creación, pues el creador tiene presente al público al que se dirige.
EL NARRATARIO: Es un sujeto o colectividad concreta a quien el narrador cita explícitamente y le cuenta la historia. Es un receptor interno al relato, un artificio narrativo con el que se concreta y personaliza la historia.

martes, 12 de julio de 2011

EL LLANO EN LLAMAS


NOS HAN DADO LA TIERRA
Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.


Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo.

Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.

Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.

Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:

-Son como las cuatro de la tarde.

Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: "Somos cuatro." Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.

Faustino dice:

-Puede que llueva.

Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: "Puede que sí."

No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello.

Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.

Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.

¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?

Hemos vuelto a caminar. Nos habíamos detenido para ver llover. No llovió. Ahora volvemos a caminar. Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andado. Se me ocurre eso. De haber llovido quizá se me ocurrieran otras cosas. Con todo, yo sé que desde que yo era muchacho, no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover.

No, el Llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches trespeleques y una que otra manchita de zacate con las hoja enroscadas; a no ser eso, no hay nada.

Y por aquí vamos nosotros. Los cuatro a pie. Antes andábamos a caballo y traíamos terciada una carabina. Ahora no traemos ni siquiera la carabina.

Yo siempre he pensado que en eso de quitarnos la carabina hicieron bien. Por acá resulta peligroso andar armado. Lo matan a uno sin avisarle, viéndolo a toda hora con "la 30" amarrada a las correas. Pero los caballos son otro asunto. De venir a caballo ya hubiéramos probado el agua verde del río, y paseado nuestros estómagos por las calles del pueblo para que se les bajara la comida. Ya lo hubiéramos hecho de tener todos aquelloscaballos que teníamos. Pero también nos quitaron los caballos junto con la carabina.

Vuelvo hacia todos lados y miro el Llano. Tanta y tamaña tierra para nada. Se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga. Sólo unas cuantas lagartijas salen a asomar la cabeza por encima de sus agujeros, y luego que sienten la tatema del sol corren a esconderse en la sombrita de una piedra. Pero nosotros, cuando tengamos que trabajar aquí, ¿qué haremos para enfriarnos del sol, eh? Porque a nosotros nos dieron esta costra de tapetate para que la sembráramos.

Nos dijeron:

-Del pueblo para acá es de ustedes.

Nosotros preguntamos:

-¿El Llano?

-Sí, el Llano. Todo el Llano Grande.

Nosotros paramos la jeta para decir que el Llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba junto al río. Del río para allá, por las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama Llano.

Pero no nos dejaron decir nuestras cosas. El delegado no venía a conversar con nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:

-No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos.

-Es que el Llano, señor delegado...

-Son miles y miles de yuntas.

-Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay agua.

¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo estiraran.

-Pero, señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera

que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.

-Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.

-Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el Centro. Todo es contra el Llano... No se puede contra lo que no se puede. Eso es lo que hemos dicho... Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a comenzar por donde íbamos...

Pero él no nos quiso oír.

Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto dposible de este blanco terregal endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.

Melitón dice:

-Esta es la tierra que nos han dado.

Faustino dice:

-¿Qué?

Yo no digo nada. Yo pienso: "Melitón no tiene la cabeza en su lugar. Ha de ser el calor el que lo hace hablar así.

El calor, que le ha traspasado el sombrero y le ha calentado la cabeza. Y si no, ¿por qué dice lo que dice? ¿Cuál tierra nos han dado, Melitón? Aquí no hay ni la tantita que necesitaría el viento para jugar a los remolinos."

Melitón vuelve a decir:

-Servirá de algo. Servirá aunque sea para correr yeguas .

-¿Cuáles yeguas? -le pregunta Esteban.

Yo no me había fijado bien a bien en Esteban. Ahora que habla, me fijo en él.

Lleva puesto un gabán que le llega al ombligo, y debajo del gabán saca la cabeza algo así como una gallina.

Sí, es una gallina colorada la que lleva Esteban debajo del gabán. Se le ven los ojos dormidos y el pico abierto como si bostezara. Yo le pregunto:

-Oye, Teban, ¿de dónde pepenaste esa gallina?

-Es la mía- dice él.

-No la traías antes. ¿Dónde la mercaste, eh?

-No la merque, es la gallina de mi corral.

-Entonces te la trajiste de bastimento, ¿no?

-No, la traigo para cuidarla. Mi casa se quedó sola y sin nadie para que le diera de comer; por eso me la traje.

Siempre que salgo lejos cargo con ella.

-Allí escondida se te va a ahogar. Mejor sácala al aire.

Él se la acomoda debajo del brazo y le sopla el aire caliente de su boca. Luego dice:

-Estamos llegando al derrumbadero.

Yo ya no oigo lo que sigue diciendo Esteban. Nos hemos puesto en fila para bajar la barranca y él va mero adelante. Se ve que ha agarrado a la gallina por las patas y la zangolotea a cada rato, para no, golpearle la cabeza contra las piedras.

Conforme bajamos, la tierra se hace buena. Sube polvo desde nosotros como si fuera un atajo de mulas lo que bajará por allí; pero nos gusta llenarnos de polvo. Nos gusta. Después de venir durante once horas pisando la dureza del Llano, nos sentimos muy a gusto envueltos en aquella cosa que brinca sobre nosotros y sabe a tierra.

Por encima del río, sobre las copas verdes de las casuarinas, vuelan parvadas de chachalacas verdes. Eso también es lo que nos gusta.

Ahora los ladridos de los perros se oyen aquí, junto a nosotros, y es que el viento que viene del pueblo retacha en la barranca y la llena de todos sus ruidos.

Esteban ha vuelto a abrazar su gallina cuando nos acercamos a las primeras casas. Le desata las patas para desentumecerla, y luego él y su gallina desaparecen detrás de unos tepemezquites.

-¡Por aquí arriendo yo! -nos dice Esteban.

Nosotros seguimos adelante, más adentro del pueblo.

La tierra que nos han dado está allá arriba.